domingo, 11 de septiembre de 2022

Respiro

 Sobreviví un instante. Creé momentos que se quedan atesorados en las entrañas, momentos felices que en algún momento sacarán lágrimas y recuerdos que sacarán sonrisas. Anhelo. Deseo que al olvido se le olvide venir, que se quede congelado entre el cuarto y la cocina esperando recordar a lo que iba hasta que se ponga a hacer otra cosa. Recuerdo. Recuerdo que iba a ponerme a trabajar antes de decidir ponerme a escribir esto. 

En automático

 existo. En automático sucede la vida e invitan sentimientos que en automático se van muy lentamente mientras se desmenuzan entre ellos y dejo de ser para volver a nacer en un instante formando un suspiro sobre la latente carencia de motivación.

sábado, 10 de septiembre de 2022

Con la mañana hueca

Arrullando la histeria de la calma. Pensando en la imperfección que me posee, fatigada del pesimismo crónico por la desilusión de la reciprocidad obligada. Apenas yo le sé y a la vez no sé nada.

viernes, 19 de agosto de 2022

No te veo ni me ves

Hoy se ha llorado
de risa y de nostalgia
de dolor y de placer.
El agua no recorre más el mismo camino,
va sobre la estructura que he construido 
lo que ha cobrado tiempo 
y me lleva a desconocer en dónde estoy
pero no el origen del dolor
Enredada en lo que se quedó en mí para recordar
Pienso en lo que creí real
Bocanada de aire freso para bajar la temperatura de los pensamientos
Se pretendió poder con lo que no
Y de repente ya no fuimos
no te veo ni me ves
Soledad
Soledad
Aceptación
Desilusión.

jueves, 12 de mayo de 2022

(a)Dios

Recuérdenme a solas, en modo silencio y ausente. Recuérdenme sin la necesidad de escribirlo en vano. Y si pueden olvídenme. Pero nunca olviden voltear a ver los atardeceres coloridos.

No tengo mucho qué decir, ni qué escuchar, la ausencia siempre abunda y la presencia ya no colorea; las letras hacen garabatos de palabras con nulo significado pero con sobredosis de sentimientos. Sentimientos que se desbordan en textos nunca escritos y se guardan en el nudo que se atora en el pecho.

martes, 4 de mayo de 2021

Antes de tirar la casa por la ventana

 A veces hacemos cosas en contra de nuestras creencias y otras veces en contra de lo que queremos.
¿Cómo podemos lograr ese equilibrio entre el querer y creer sin terminar atrapados en el laberinto de consecuencias de nuestras decisiones?
¿Instinto? No lo creo ¿no hay? Eso siento.
Me resulta difícil establecer un vínculo armonioso entre ambos, el cerebro ancla al corazón mientras el corazón quiere volar libre.
Al asociar lo que quiero o quisiera con lo que creo que va a resultar trágico, me topo con pared y me regreso en reversa.
Me resulta realmente complicado seguir adelante en cada decisión en mi vida cuando mi cerebro me alerta que me va a salir todo mal.
¡Pero es lo que quiero hacer!
No me importa.
¿Por qué?
¿Todavía lo preguntas?
Bueno.
Y así me voy, quedándome con las ganas de hacer muchas cosas por el miedo a que me lastime yo sola.
No puedo ir a meter la mano a la boca del lobo hambriento por más que quiera, porque sé que me la va a arrancar.
Maldita existencia, ¿por qué eres tan difícil?
¿Por qué me todo es prioridad menos yo?
Nunca yo.

martes, 25 de agosto de 2020

Al diablo con el diablo

Hoy soñé con el diablo. ¿Eras tú?

Era muy guapo, me sentía loca por él (¿ya estaba loca antes?), no tengo idea del por qué. Yo no sabía quién era (¿eras tú?) hasta que me llevó a su lugar; me di cuenta de la existencia de varias mujeres más, todas luciendo tranquilas y ansiosas a la vez, podíamos oler algo extraño en el lugar, era más lujoso que cualquier otro cuarto de ese hotel en donde todas nos hospedábamos. En nuestro contexto había otros hombres que morían poco a poco de maneras inusuales y cada vez todo se tornaba más silencioso. El ambiente que en ese entonces lucía radiante, se fue opacando por la oscuridad que lo acobijaba. Momentos después, entra otra mujer la cual dejaba al descubierto su desconfianza en aquel lugar, desbordaba ansiedad. En un descuido en el que el diablo desvió su atención, ella salió corriendo y yo tras ella. Corrimos como nunca antes mientras la salida se alejaba cada vez más cuando pretendíamos acercarnos, se sentía el estancamiento, ella queriendo renunciar y yo obligándola a seguir suplicando que no dejara de correr. Al final fui yo quien rebasó toda lentitud y al estar a punto de llegar a la puerta, terminé jalándola conmigo mientras ella tropezaba; al voltear sólo podías observarlo a él (¿a ti?) tomando una bebida desde su balcón mientras nos veía como quien ve algún programa de entretenimiento. Abrimos la puerta desesperadamente y sólo había negro. No se veía piso o si había algo más, solo era el abismo. Era imposible, adentro del hotel se podía disfrutar un cielo tan lindo, cálido y despejado, era de día, había flores, había calma hacia donde voltearas pero al abrir la puerta para salir sólo era el abismo. Entendí porque se había quedado tan tranquilo mientras nos veía alejarnos, total, nadie había querido explorar la oscuridad de los desconocido. Pero fue más mi miedo, que decidí saltar. Y desperté.