martes, 4 de mayo de 2021

Antes de tirar la casa por la ventana

 A veces hacemos cosas en contra de nuestras creencias y otras veces en contra de lo que queremos.
¿Cómo podemos lograr ese equilibrio entre el querer y creer sin terminar atrapados en el laberinto de consecuencias de nuestras decisiones?
¿Instinto? No lo creo ¿no hay? Eso siento.
Me resulta difícil establecer un vínculo armonioso entre ambos, el cerebro ancla al corazón mientras el corazón quiere volar libre.
Al asociar lo que quiero o quisiera con lo que creo que va a resultar trágico, me topo con pared y me regreso en reversa.
Me resulta realmente complicado seguir adelante en cada decisión en mi vida cuando mi cerebro me alerta que me va a salir todo mal.
¡Pero es lo que quiero hacer!
No me importa.
¿Por qué?
¿Todavía lo preguntas?
Bueno.
Y así me voy, quedándome con las ganas de hacer muchas cosas por el miedo a que me lastime yo sola.
No puedo ir a meter la mano a la boca del lobo hambriento por más que quiera, porque sé que me la va a arrancar.
Maldita existencia, ¿por qué eres tan difícil?
¿Por qué me todo es prioridad menos yo?
Nunca yo.