martes, 25 de agosto de 2020

Al diablo con el diablo

Hoy soñé con el diablo. ¿Eras tú?

Era muy guapo, me sentía loca por él (¿ya estaba loca antes?), no tengo idea del por qué. Yo no sabía quién era (¿eras tú?) hasta que me llevó a su lugar; me di cuenta de la existencia de varias mujeres más, todas luciendo tranquilas y ansiosas a la vez, podíamos oler algo extraño en el lugar, era más lujoso que cualquier otro cuarto de ese hotel en donde todas nos hospedábamos. En nuestro contexto había otros hombres que morían poco a poco de maneras inusuales y cada vez todo se tornaba más silencioso. El ambiente que en ese entonces lucía radiante, se fue opacando por la oscuridad que lo acobijaba. Momentos después, entra otra mujer la cual dejaba al descubierto su desconfianza en aquel lugar, desbordaba ansiedad. En un descuido en el que el diablo desvió su atención, ella salió corriendo y yo tras ella. Corrimos como nunca antes mientras la salida se alejaba cada vez más cuando pretendíamos acercarnos, se sentía el estancamiento, ella queriendo renunciar y yo obligándola a seguir suplicando que no dejara de correr. Al final fui yo quien rebasó toda lentitud y al estar a punto de llegar a la puerta, terminé jalándola conmigo mientras ella tropezaba; al voltear sólo podías observarlo a él (¿a ti?) tomando una bebida desde su balcón mientras nos veía como quien ve algún programa de entretenimiento. Abrimos la puerta desesperadamente y sólo había negro. No se veía piso o si había algo más, solo era el abismo. Era imposible, adentro del hotel se podía disfrutar un cielo tan lindo, cálido y despejado, era de día, había flores, había calma hacia donde voltearas pero al abrir la puerta para salir sólo era el abismo. Entendí porque se había quedado tan tranquilo mientras nos veía alejarnos, total, nadie había querido explorar la oscuridad de los desconocido. Pero fue más mi miedo, que decidí saltar. Y desperté.

jueves, 30 de julio de 2020

Merak

Del sillón a la cama, de la cama al sillón.
Me acuesto, me paro, camino.
Me levanto.
Me siento.
Respira, no pasa nada.
Nada pasa.
Aquí no se engaña a nadie.
Pasa todo.
Pero va a pasar... 
¿Y si no?

viernes, 17 de julio de 2020

De'sastre

Que te me quedas sentada hasta quedarte seca.
Que te me ahogas en este desierto seco.
Que te me mueres cada vez un poco más.

Llena de autodesprecio, sin respeto por mi misma, no importaba cuan profunda fuera su crueldad, qué tan poca atención me prestara, igual creía que le daba sentido a mi inútil existencia. Volteé al espejo y no vi nada más que una carita de estúpida que no me podía quitar, ya me la habían visto tanto tiempo y yo descubriéndola por primera vez por tercera vez y después del último sorbo me di cuenta de que aquí tampoco es.
Pero yo solo quería algo bonito, lástima que nadie más quiera así que me voy, me voy porque esperar cosas ya lo ha arruinado antes. Me fui. Me fui con el corazón atorado en la garganta ahogándome mientras tragaba la tristeza sin agua.

¿De qué otra forma puedo aliviar este desastre más que pensando en lo que lo ocasiona? Tuve que guardar mis ganas en un cajón. Pero esta situación no me ha traído ninguna sorpresa. Los que han estado siempre, siguen estando; los que no han estado nunca, siguen sin estar.

Ojalá algún día ría todo lo que he llorado. Y cuando el cielo esté morado para mí, acostumbraré a vestir de'sastre.

sábado, 30 de mayo de 2020

Qué frágil todo

Las derrotas más fuertes siempre las he llorado con las manos. De repente tengo días en los que quiero abrazarme, no me alcanzo y termino automedicandome nieve de chocolate, porque a veces cuando las cosas no van bien, me las como. Me engaño precioso y termino debiéndome fe.
Al final, me quedo con esa experiencia amarga de que las cosas nunca fueron como las esperaba sino como las temía.

viernes, 1 de mayo de 2020

Sorpresa, hoy tampoco

La verdad es que ningún ser humano en la historia ha sobrevivido y yo nuevamente deseo morir. Esta vez perdí la cuenta. He llorado tanto que juraría no tardar en florecer, pero mis ganas son nulas y dejan un vacío que me humedece, mientras el agua me recorre persiguiendo la gravedad, atravesando la incertidumbre y ahogándome, me ahoga como si fuera un gran pedazo de cobija restregada en el rostro. Me ahogo como pretendiendo no querer, mientras sólo quiero que todo pase más rápido.
Es así como la vida me luce más inquietante, cuando las experiencias se quedan tatuadas en emociones y perduran lesionándome con recuerdos oxidados.
En el lugar preciso, nunca hay nadie, lo digo yo, que me encuentro huyendo en círculos nuevamente y continúo tropezando conmigo y terminando en ninguna parte otra vez. Y aunque orientar bien el foco del problema creo que ayudaría más, es mi oscuridad la que brilla con más luz últimamente, después uno cree que no puede más y es verdad, porque el verdadero sentido de la vida está dándose vuelta durmiendo unos minutos más y todo siempre mañana otra vez.
Por hoy, deseo que se pierda esta mala costumbre de estar en donde quiero estar aún cuando no me encuentro, que se pierda tan fácil como se pierden las llaves, en el hueco que hay entre dos canciones o en el vacío que dejan los recuerdos de algo que nunca pasó.

domingo, 12 de abril de 2020

Toque de queda(te)

Recuerdo el día del encuentro, regresé feliz a casa. Cualquier cosa que aportara calma era bienvenida, y entró.
Acariciando humedades aprendí a ver sus ojos y las cosas que me dicen. Aprendí a compartir la almohada para gritar y a transformar las risas como unidad de tiempo.
Ojalá entendiera todo lo que no digo. Pero brindo, brindo por las veces que me hace sentir valiente sin serlo, y por enseñarme que quitarle poder a lo que me hace daño también es ser valiente. Y de repente, me quito las ganas y me convierto en aire, me siento valiente y lloro.




miércoles, 8 de abril de 2020

Extinción sostenible

Tratar de escribir es la única forma de salvarme, y hay días en los que me pregunto si salvarme vale la pena, porque me pesa la vida con todo este equipaje que llevo arriba.
Hay un momento en el que entiendo que lo difícil no es tomar una decisión, sino asumir las consecuencias y es que nada quema más que las lágrimas de rabia, sobretodo cuando las interpreto como las respuestas a mis dudas y no hay nadie ahí para salvarme, por eso escribo, escribo aunque luego lo borre, aunque al rato rompa y tire este pedazo de papel y me desborde.