Ya no hay dolor en mi hogar, lo barro a diario, me lo arranco de los labios y me quito unos años de desperdiciarme en perseguir las pendejadas que me consumen, anhelando pura mamada y es que estoy hasta la chingada de tener la sensación de que mi casa es una cueva en donde me encierro hasta que ya no me duela el cuerpo, hasta que ya no sienta, hasta calmar la fiesta, hasta cambiar tu sistema nervioso que te asesina y te arrulla, te besa y te malluga, te ayuda y estrangula.
Mi casa, mi cabeza, ahí en donde todo empieza, ahí en donde me encuentro mentiras y bellezas en donde escupo flores después de tragar tanta mierda. Flores que me hacer recordar que a los muertos en la memoria no se les llevan flores.
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